miércoles, 9 de septiembre de 2009

Acto de fin de campaña

No te pierdas el acto de fin de campaña organizado por C's en el que, bajo el epígrafe "Vamos a contar diadas", se desvelarán las verdades y mentiras del 11 de septiembre de 1714.  La cita tendrá lugar en la Av. Josep Tarradellas/C. Entença a las 12.30h. del próximo viernes. Más información, en: http://www.vamosacontardiadas.com/

+ info (vamos a contar diadas)

¿Que se celebra cada año el 11 de Septiembre en Cataluña?
El 11 de septiembre se conmemora la rendición de la ciudad de Barcelona en 1714, tras la declaración de guerra de las Cortes Catalanas el 10 de julio del mismo año al no reconocer éstas el Tratado de Utrecht que ponía fin a la Guerra de Sucesión Española.
¿Fue la guerra de Sucesión una guerra por la independencia de Cataluña?
La guerra no fue de secesión, como los nacionalistas venden, sino de sucesión. En dicho Tratado el pretendiente a la Corona Española, el Archiduque Carlos de Habsburgo renuncia al trono, reconociendo la soberanía de Felipe D'Anjou, contra el que se la disputó en la llamada Guerra de Sucesión Española, tras la muerte sin descendencia del Rey de España Carlos II. Es decir, fue una guerra civil entre partidarios de dos pretendientes a suceder en la corona de España al rey muerto sin descendencia.
¿Sabes quién pidió a los catalanes “derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, y por la libertad de toda España“?
Rafael Casanova y Antoni Villarroel mandaron pregonar un bando por las calles de Barcelona el 11 de Septiembre de 1714 en el que decían casas como estas:
«Se hace saber a todos [...],que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España, está expuesta al último extremo de someterse a una entera esclavitud.”
“...que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España.”
¿Sabes qué ciudades lucharon en el mismo bando que Barcelona en la guerra de Sucesión?
Madrid, Alcalá y Toledo lucharon en el mismo bando que Barcelona. La Guerra de Sucesión Española, al contrario de lo que argumentan los nacionalistas, no supuso el enfrentamiento entre Cataluña-Austria y España (o Castilla)-Francia. Ciudades y comarcas pertenecientes al antiguo reino de Aragón como Castellón, Alicante, Calatayud o Tarazona, así como el valle de Arán, y ciudades del interior de Cataluña como Vic y Cervera, fueron partidarias de Felipe V, el rey Borbón. Y lugares como Madrid, Alcalá o Toledo se declararon fieles al aspirante austriaco, el archiduque Carlos. El enfrentamiento entre territorios españoles de 1714 es otra falsedad esgrimida por el nacionalismo para negar el carácter de guerra civil que tuvo aquella sucesión al trono. En realidad ésta fue una contienda internacional en la que se dirimía la hegemonía entre las diferentes potencias europeas.
¿Defendían la independencia de Cataluña los seguidores del Carlos de Habsburgo?
Los seguidores de Carlos de Habsburgo en Cataluña defendían la unidad de España. Trataban de imponer su candidato al conjunto de todo el país, apelando a la libertad de toda España, recelosos de la influencia francesa; lejos, pues, de cualquier aspiración secesionista o desmembradora. Los soldados que fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 frente a las tropas de Felipe V estaban mandados por el general Antonio de Villarroel, que en su última arenga les recordó: “estáis luchando por nosotros y por toda la nación española”.
¿Sabes de donde proceden los términos maulet y botifler?
Un botifler era el nombre con el que se llamaba a los partidarios de Felipe V en el Reino de Valencia durante la Guerra de Sucesión Española, mientras que el de maulets era el término usado para referirse a los partidarios del archiduque Carlo proclamado rey como Carlos III. El nombre de botifler proviene de la expresión francesa belle fleur, bella flor, en referencia a la flor de lis plateada sobre fondo azul que compone el escudo de armas de la casa de los Borbones.
¿Perdieron los catalanes las libertades civiles tras el 11 de septiembre de 1714?
Los catalanes no perdieron sus libertades civiles, sino que fueron las clases dominantes quienes perdieron sus privilegios exclusivos. Las Cortes Catalanas, lejos de tener las características de una democracia, tal y como la entendemos ahora, representaban a los tres estamentos (clero, nobleza y burguesía urbana) a los que, dentro del patrón feudal del Antiguo Régimen, el Rey les había concedido tal privilegio, relegando totalmente a la inmensa mayoría de la población. Del Rey emanaban todas las instituciones.
¿Murió Rafael Casanova, la figura a la que van a llevar flores en la Diada, el 11 de septiembre de 1714, como un héroe?
El 11 de Septiembre de 1714, durante el asalto final de las tropas borbónicas, Casanova estaba durmiendo y, avisado de la gravedad de la situación, se presentó en la muralla de Barcelona con el estandarte de Santa Eulalia para dar ánimos a los defensores. Herido de poca gravedad por una bala en el muslo. Casanova fue trasladado al colegio de la Merced, donde se le practicó una primera cura. Tras caer la ciudad en manos de las fuerzas borbónicas, quemó los archivos, se hizo pasar por muerto, y delegó la rendición en otro consejero. Huyó de la ciudad disfrazado de fraile y se escondió en una finca de su hijo en Sant Boi de Llobregat. En 1719 fue amnistiado y volvió a ejercer como abogado sin ningún problema hasta retirarse en 1737. Murió en Sant Boi de Llobregat en 1743. Un verdadero “héroe”.

La conversión de la Historia en mito

Desde hace aproximadamente 100 años, las autoridades nacionalistas que gobiernan la Comunidad Autónoma de Cataluña desde hace aproximadamente 30, llevan flores el once de septiembre a la tumba de Rafael de Casanova, último Conseller en cap de la Generalitat feudal. Es un hecho realmente extraño cuando el caballero dejó este mundo un 3 mayo y no precisamente de 1714, fecha en la que triunfaron definitivamente las fuerzas borbónicas sobre las austracistas en Barcelona, que es lo que en teoría verdaderamente se conmemora en esa fecha, sino de 1743, a la venerable edad de 83 años, 24 años después de recibir el perdón real de su antiguo enemigo Felipe V, mansamente, en su hogar, después de llevar una tranquila vida de jurista hasta su jubilación en 1737.
Quizá se trate de una mera anécdota, pero resulta muy ilustrativa. Sobre el once de septiembre de 1714 en Cataluña se procura hacer un relato trágico en el que no se puede disponer de un héroe muriendo de viejo en la cama; no se permite que la realidad estropee un buen relato. Ahora bien, cuando la realidad está supeditada a un buen relato, lo que tenemos entre manos deja de ser Historia y se convierte irremisiblemente en mito.
Este mito, este buen relato del once de septiembre de 1714 constituye una parte fundamental del corpus ideológico del nacionalismo que nos gobierna. Todo nacionalismo requiere para legitimarse recurrir a una épica solemne que mueva las emociones. A los ejemplos me remito: la Padania, esa nueva nación que los ricos del norte de Italia se han inventado para granjearse privilegios no ha logrado llegar a los corazones de sus conciudadanos: carece de épica.
El mito en cuestión, pues, procura remontar la lucha nacionalista catalana actual a esos lejanos años del siglo XVIII, lo cual es sencillamente falso. La ideología nacionalista tardaría todavía aproximadamente 100 años en aparecer, la lucha consistía en la mera adscripción a un aspirante al trono del cual se esperaba sacar alguna prebenda. Por ello fue, ante todo, una guerra civil en la que en la propia Cataluña se establecieron diferentes bandos cuyos nombres nos resultan familiares: maulets y botiflers. Ninguna proclama del gusto de nuestros nacionalistas actuales encontraremos de entonces.
Nuestros nacionalistas han procurado sustituir la Historia por el mito, con bastante buen resultado. No sólo mezclan hechos del pasado con sus reivindicaciones del presente, sino que divulgan su mito confundiéndolo con la Historia, suplantándola en las aulas. Efectivamente, procuran hacer creer a los estudiantes que Rafael de Casanova y sus alegres compañeros luchaban por defender la libertad de Cataluña y que la Generalitat de entonces era una institución más o menos democrática, todo con la idea de crear nuevos nacionalistas, o como dicen ellos, inculcar la conciencia nacional catalana.
Lógicamente, se trata de un atentado a la disciplina de la Historia. La Historia no puede ser ni es un instrumento legitimador de regímenes. Es una ciencia que pretende conocer el pasado para entender el presente y, en definitiva, al ser humano. Si algo explica la Historia es que las mentalidades cambian y, efectivamente, nada tiene que ver la mentalidad de gente como Rafael de Casanova con la de un catalán actual, incluido, un nacionalista. Lamentable es, pues, que se substituya la Historia por el mito en las aulas, porque se le priva a los chavales de ese instrumento de emancipación para construir su propia conciencia y todo para sumirlos en un adoctrinamiento grosero que les haga fieles a la causa gubernamental. En definitiva, es impropio de un régimen democrático, pero es que en Cataluña vivimos un régimen nacionalista.
Jaume Mestre. Historiador

11 de septiembre de 1714: ¿sabías que…?

1) El 11 de septiembre se conmemora la rendición de la ciudad de Barcelona en 1714 a las tropas borbónicas, en una de las acciones bélicas de la Guerra de Sucesión Española. La guerra no fue de secesión, como los nacionalistas venden, sino de sucesión. En dicho guerra dos pretendientes se jugaban elacceso al trono de la Corona de España tras la muerte sin descendencia del Rey de España Carlos II: por un lado Felipe D’Anjou, francés, y por otro el Archiduque Carlos de Habsburgo, austriaco, en lo que fue una auténtica guerra europea. Es decir, ésta fue una guerra civil española entre partidarios de dos pretendientes a suceder en la corona de España a un rey muerto sin descendencia.
2) Felipe V reinó sin oposición interna entre 1700 y 1705. Tras ser coronado, se desplazó a Barcelona donde residió 6 meses, jurando el 4 de octubre de 1701 sus leyes y constituciones, otorgando nuevos privilegios a las instituciones catalanas, los más generosos en 100 años.
3) Fueron Antoni Peguera y Domènec Parera, en representación de la Diputación de Barcelona, quienes rompieron los pactos institucionales unilateralmente y declararon la guerra. Los gobernantes catalanes pactaron en secreto con Inglaterra declarando la guerra a Felipe D’Anjou, dejando entrar tropas extranjeras en el Principado y anulando los pactos constitucionales. En el pacto de Génova, según el cual Cataluña entraba en guerra junto a los aliados, se indica hasta en ocho ocasiones que el objetivo es que Carlos III de Austria se convierta en rey de TODOS los dominios que entonces conformaban España.
4) La facción en Cataluña favorable al pretendiente Carlos no partió de una rebelión espontánea ni popular. En realidad, expresaba los intereses políticos de la clase dirigente barcelonesa que quería potenciar su presencia comercial en América, de tal forma que sus privilegios forales no estaban en juego, ya que el pretendiente Borbón en ningún momento los cuestionó.
5) Los seguidores de Carlos de Habsburgo en Cataluña defendían la unidad de España. Trataban de imponer su candidato al conjunto de todo el país recelosos de la influencia francesa; lejos, pues, de cualquier aspiración secesionista o desmembradora. Los soldados que fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 frente a las tropas de Felipe V estaban mandados por el general Antonio de Villarroel, que en su última arenga les recordó: “estáis luchando por nosotros y por toda la nación española”.
6) El denominado decreto de Nueva Planta, llamada en realidad Cédula Real de Nueva Planta de la Real Audiencia del Principado de Cataluña, organizaba las instituciones judiciales en Cataluña, respetando las Constituciones y prácticas previas, estableciendo que los letrados fuesen expertos en legislación y lengua catalana. Fijaba el castellano meramente como lengua jurídica y eliminaba los privilegios por nacimiento en un territorio determinado.
7) El final de la guerra supuso el final de tres siglos de decadencia de Cataluña y el inicio de su resurgimiento económico. El siglo XVIII, lejos de ser un periodo de declive en Cataluña, resultó ser una etapa de particular esplendor y auge demográfico, agrícola, comercial e industrial, beneficiado por el proteccionismo de la Corona.
8) Rafael Casanova no fue un mártir. El día del asalto final de las tropas borbónicas, Casanova estaba durmiendo y tras ser avisado se presentó en la muralla con el estandarte de Santa Eulalia para dar ánimos a los defensores. Herido de poca gravedad por una bala en el muslo. Casanova fue trasladado al colegio de la Merced donde se le practicó una primera cura. Tras caer la ciudad en manos de las fuerzas borbónicas, quemó los archivos, se hizo pasar por muerto y delegó la rendición en otro consejero. Huyó de la ciudad disfrazado de fraile y se escondió en una finca de su hijo en Sant Boi de Llobregat. En 1719 fue amnistiado y volvió a ejercer como abogado hasta retirarse en 1737. Murió en Sant Boi de Llobregat en el año 1743. Treinta y dos años después de la rendición de Barcelona. Un verdadero “héroe”.

La verdadera historia del 11 de septiembre de 1714

La construcción de una gran mentira
Desde 1980 cada 11 de septiembre se celebra la Diada de Cataluña. Con ella se conmemora y recuerda la rendición de Barcelona a las tropas borbónicas al mando del Duque de Berwick durante el transcurso de la Guerra de Sucesión Española el 11 de septiembre de 1714. Pero ya antes, a finales del siglo XIX, esta fecha era conmemorada por un incipiente nacionalismo político catalán que le daba una lectura alejada de la realidad histórica, utilizándola para justificar su proyecto político. Así, de lo histórico pasaron a lo místico, y de la realidad a la ficción. Una de sus liturgias rituales fue realizar una ofrenda floral conmemorativa al conseller en cap Rafael Casanova, presentándolo como mártir de la caída de Barcelona cuando en realidad había muerto veintinueve años más tarde (en 1743) en su domicilio en Sant Boi tras recibir el perdón real. Esta manipulación la historia se ha prolongado hasta nuestros días convirtiéndose en una descarada mentira al servicio de la “construcción nacional”.
C’s no acepta esa mentira
Por ello en C’s no celebramos la Diada ya que no queremos ayudar con nuestra participación a perpetuar una vulgar mentira. La manipulación que han llevado a cabo los independentistas del significado histórico del 11 de septiembre de 1714 convierte la conmemoración de este día en la diada nacionalista de Cataluña y no en la fiesta cívica de todos los ciudadanos catalanes.
La elección del 11 de septiembre como la fiesta “nacional” de Cataluña fue una muestra más del carácter beligerante y naíf del nacionalismo catalán. Escoger el día de la derrota de una supuesta Catalunya independiente significa que no se acepta el fin de las hostilidades, que la lucha continua y continuará hasta que esta imaginaria Cataluña vuelva a renacer de sus cenizas. Para ellos, la guerra sólo acabará con la derrota de esos descendientes políticos de los soldados borbónicos que asediaron Barcelona en 1714. Celebrar el 11-S sólo tiene una lectura: aquello se cerró en falso, la partida no ha terminado.
Irónicamente fueron las autoridades catalanas las que traicionaron los pactos firmados con Felipe V, aliándose con una potencia enemiga, Inglaterra, trayendo la Guerra y la destrucción a Cataluña. Una oligarquía arrogante, provinciana, ambiciosa e ignorante entró en guerra jugándose lo que más preciaban, sus constituciones, por supuestas ventajas comerciales y territoriales. Entraron en guerra sin ejército, dejando que fueran los aliados quienes pusieran la carne de cañón, y los catalanes su hacienda y su honra. Cataluña fue saqueada por ejércitos de media Europa durante 10 años porque sus políticos decidieron convertirla en un campo de batalla con la esperanza de recoger las migajas de la victoria que los aliados quisieran arrojarles. El resultado fue el 11 de septiembre, el acto final de la locura de una clase política que empujó a su pueblo a sucumbir en una carnicería que acabó con la vida de 16.000 personas entre los dos bandos con la falsa esperanza de la victoria imposible que enmendaría su error. ¿Ese tremendo error ha de ser el día de fiesta de los catalanes?
La mayoría de los catalanes no se sienten identificados con esa celebración nacionalista y decide celebrarlo disfrutando de los últimos días del verano. Sin embargo, en C’s creemos que esta pasividad da alas a las ambiciones y manipulaciones nacionalistas. Su mentira no puede convertirse en verdad solo por ser repetida por los iluminados habituales abrigados al amparo de la indiferencia y el hastío que provoca en la ciudadanía esta celebración. No aceptamos que la manipulación nacionalista del pasado deba ser jaleada y apoyada por una ciudadanía democrática y libre.
Digámoslo en voz alta: las reiteradas querellas del pasado sólo sirven a quienes las utilizan como coartada para reclamar beneficios políticos en el presente, desviando la atención de los problemas reales de los ciudadanos. Para los nacionalistas, la historia sirve únicamente como instrumento político de adoctrinamiento y manipulación. Más ahora que se ha aprobado la nueva Ley de Educación de Cataluña.