miércoles, 9 de septiembre de 2009

La verdadera historia del 11 de septiembre de 1714

La construcción de una gran mentira
Desde 1980 cada 11 de septiembre se celebra la Diada de Cataluña. Con ella se conmemora y recuerda la rendición de Barcelona a las tropas borbónicas al mando del Duque de Berwick durante el transcurso de la Guerra de Sucesión Española el 11 de septiembre de 1714. Pero ya antes, a finales del siglo XIX, esta fecha era conmemorada por un incipiente nacionalismo político catalán que le daba una lectura alejada de la realidad histórica, utilizándola para justificar su proyecto político. Así, de lo histórico pasaron a lo místico, y de la realidad a la ficción. Una de sus liturgias rituales fue realizar una ofrenda floral conmemorativa al conseller en cap Rafael Casanova, presentándolo como mártir de la caída de Barcelona cuando en realidad había muerto veintinueve años más tarde (en 1743) en su domicilio en Sant Boi tras recibir el perdón real. Esta manipulación la historia se ha prolongado hasta nuestros días convirtiéndose en una descarada mentira al servicio de la “construcción nacional”.
C’s no acepta esa mentira
Por ello en C’s no celebramos la Diada ya que no queremos ayudar con nuestra participación a perpetuar una vulgar mentira. La manipulación que han llevado a cabo los independentistas del significado histórico del 11 de septiembre de 1714 convierte la conmemoración de este día en la diada nacionalista de Cataluña y no en la fiesta cívica de todos los ciudadanos catalanes.
La elección del 11 de septiembre como la fiesta “nacional” de Cataluña fue una muestra más del carácter beligerante y naíf del nacionalismo catalán. Escoger el día de la derrota de una supuesta Catalunya independiente significa que no se acepta el fin de las hostilidades, que la lucha continua y continuará hasta que esta imaginaria Cataluña vuelva a renacer de sus cenizas. Para ellos, la guerra sólo acabará con la derrota de esos descendientes políticos de los soldados borbónicos que asediaron Barcelona en 1714. Celebrar el 11-S sólo tiene una lectura: aquello se cerró en falso, la partida no ha terminado.
Irónicamente fueron las autoridades catalanas las que traicionaron los pactos firmados con Felipe V, aliándose con una potencia enemiga, Inglaterra, trayendo la Guerra y la destrucción a Cataluña. Una oligarquía arrogante, provinciana, ambiciosa e ignorante entró en guerra jugándose lo que más preciaban, sus constituciones, por supuestas ventajas comerciales y territoriales. Entraron en guerra sin ejército, dejando que fueran los aliados quienes pusieran la carne de cañón, y los catalanes su hacienda y su honra. Cataluña fue saqueada por ejércitos de media Europa durante 10 años porque sus políticos decidieron convertirla en un campo de batalla con la esperanza de recoger las migajas de la victoria que los aliados quisieran arrojarles. El resultado fue el 11 de septiembre, el acto final de la locura de una clase política que empujó a su pueblo a sucumbir en una carnicería que acabó con la vida de 16.000 personas entre los dos bandos con la falsa esperanza de la victoria imposible que enmendaría su error. ¿Ese tremendo error ha de ser el día de fiesta de los catalanes?
La mayoría de los catalanes no se sienten identificados con esa celebración nacionalista y decide celebrarlo disfrutando de los últimos días del verano. Sin embargo, en C’s creemos que esta pasividad da alas a las ambiciones y manipulaciones nacionalistas. Su mentira no puede convertirse en verdad solo por ser repetida por los iluminados habituales abrigados al amparo de la indiferencia y el hastío que provoca en la ciudadanía esta celebración. No aceptamos que la manipulación nacionalista del pasado deba ser jaleada y apoyada por una ciudadanía democrática y libre.
Digámoslo en voz alta: las reiteradas querellas del pasado sólo sirven a quienes las utilizan como coartada para reclamar beneficios políticos en el presente, desviando la atención de los problemas reales de los ciudadanos. Para los nacionalistas, la historia sirve únicamente como instrumento político de adoctrinamiento y manipulación. Más ahora que se ha aprobado la nueva Ley de Educación de Cataluña.

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